Español:
De toda
la Serie de Talleres de Salud Sexual que estoy implementando en Community
Health Worker Program, el Taller de Erotismo y Planificación Familiar es el más
intenso. El pasado jueves, el segundo grupo de mujeres que tomó este Taller
descubrió que el placer sexual va más allá de la estimulación genital y visual.
El placer puede entrar a través de cada sentido y de cada parte de nuestro
cuerpo, pero a veces no somos conscientes de esto. A veces tampoco somos
conscientes que incluso los objetos más comunes pueden darnos infinidad de
sensaciones de placer...
Las participantes del Taller adquirieron consciencia sobre el
placer sexual en dos actividades.
En la
primera, tuvieron que nombrar cada una de las partes de su cuerpo mientras una
compañera las tocaba (con excepción de los senos y los genitales). Desde el
cabello hasta los pies, las mujeres entendieron que reconocer las partes de
nuestro cuerpo es fundamental para nuestro bienestar. Aunque el ejercicio no
incluía tocar senos y genitales, discutimos que éstas son las únicas partes de
nuestro cuerpo que apodamos. Son, sin duda, partes corporales privadas, pero no
son “sucias” o “malas”, así que las debemos llamar por su nombre: Vagina, vulva,
pene, escroto, ano, etc. Al no llamarlas como son, sólo estamos reproduciendo
tabús ancestrales.
Después
de este primer y muy sencillo ejercicio, las participantes estaban un poco más
conectadas con su cuerpo, y procedimos con la segunda actividad. Mientras
escuchaban música de relajación, las participantes tenían que estimular a una
pareja con las siguientes cosas: una rosa, un collar de plástico, chocolate,
gomas de fresa, cremas aromáticas, una bufanda y un Q-Tip. La persona que
recibía la estimulación estaba vendada de los ojos y tenía una tarea:
concentrarse en sus sensaciones y disfrutarlas. Todas estaban sorprendidas al
descubrir que tales objetos ordinarios y no-eróticos pueden generar poderosas dimensiones de placer. El punto del
ejercicio era entender que el placer sexual es un componente fundamental de
nuestra salud que puede venir de formas muy diferentes. Si no podemos reconocer
esto por vergüenza o miedo, tal vez no podremos proteger nuestros cuerpos.
Inmediatamente
después de que la segundo actividad se terminó, les dije a las participantes
que el condón es el único método que nos protege de las infecciones de
transmisión sexual y de los embarazos no deseados. Después les mostré tanto un
condón masculino como femenino y les expliqué cómo
usarlos. También dejé que los tocaran...
Estaba sorprendido. Frente a mí estaban mujeres de veintitantos y
treinta y tantos años de edad que no sabían de la existencia de condones
femeninos, y que nunca habían tocado un condón masculino. Aunque vivimos en el
siglo XXI, la realidad es que millones de adultos (y jóvenes) todavía no saben
cómo usar condones.
En el
ejercicio final, las participantes tuvieron que construir un bebé en parejas y
discutir qué nombre le iban a dar, cuánto dinero se gastarían para satisfacer
sus necesidades y qué tipo de padres serían. La conclusión fue muy clara: tener
un bebé es difícil, así que si se quiere traer uno al mundo, hay que planearlo.
Cuando no queremos uno (o una infección desagradable), un condón nos puede
ahorrar innumerables problemas.
Al usar un simple condón estamos protegiendo
nuestras vidas y nuestro placer.
English:
Of
the whole Series of Sexual Health Workshops I’m implementing at Community
Health Worker Program, the Eroticism and Family Planning Workshop is the most
intense. Last Thursday, the second group of women that took this Workshop discovered
that sexual pleasure goes far beyond genital or visual stimulation. Pleasure
can enter through every sense and through every part of our body, but sometimes
we are not aware of this. We are not aware that even the most common
objects can give us infinite sensations of pleasure...
The participants of the
Workshop gained consciousness about sexual pleasure in two activities.
In
the first, they had to name each one of their body parts while a partner touched
it (with the exemption of breasts and genitals). From their hair to their feet,
the women understood that recognizing our body parts is fundamental for well
being. Although the exercise did not include touching breasts and genitals, we
did discuss that those are the only parts of our body that we nickname. They are,
indeed, private body parts, but they are not “dirty” or “bad”, so we should
call them just as they are: Vagina, vulva, penis, scrotum, anus, etc. By not naming
them as they are, we are only reproducing ancestral taboos.
After
this first and very simple exercise, the participants were a little more
connected to their bodies, and we proceeded to the second activity. While
listening to relaxation music, participants had to stimulate a partner with the
following things: a rose, a plastic necklace, chocolate, strawberry gummies, scented
creams, a scarf and a Q-tip. The person that received the stimulation was
blindfolded and had one task: to concentrate on her sensations and to enjoy
them. All were amazed to discover that such ordinary and non-erotic objects can generate powerful dimensions of pleasure. The point of the
exercise was to understand that sexual pleasure is a fundamental component of
our health that can come in many different ways. If we fail to recognize this
because of shame or fear, we might fail to protect our bodies.
Immediately
after the second activity finished, I told the participants that the condom is
the only method that protects us from sexually transmitted infections and
unwanted pregnancies. I then showed both male and female condoms and explained how to use them. The participants also touched them...
I was amazed. I was before women in their mid-twenties and mid-thirties who didn’t know about the existence of female
condoms and who had never touched a male condom. Although we live in the 21st
Century, the reality is that millions of adults (and youths) still don’t know how
to use condoms.
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